Por Norberto Valencia González
Adam Silver prometió repetidamente que este All Star sería nuevamente más competitivo. Sin embargo, durante la entrega de trofeos, el comisionado de la NBA no ocultó su decepción al ver cómo las estrellas no cumplieron con las expectativas. El pasado domingo, la Conferencia Este se llevó la victoria por 211-186 sobre la Conferencia Oeste, con varios récords de anotación rotos y una audiencia en Indianápolis que quedó helada después de un evento que ni siquiera merece ser llamado un partido de baloncesto.
Con una sequedad sin precedentes, Silver comentó: “A los All Star del Este, han anotado más puntos que nadie. Bueno… felicidades”. Su frustración era evidente, y muchos responsables de franquicias y leyendas de la liga compartieron su desconcierto.
Falta de seriedad
Larry Bird, mito de los Boston Celtics y ejecutivo de los Indiana Pacers, expresó antes del encuentro su deseo de ver un juego más duro en el All Star Game. Sin embargo, sus palabras no tuvieron impacto, y el bochorno alcanzó niveles sin precedentes dentro de los vestuarios.
Los jugadores del Este, en lugar de competir, acordaron esforzarse para superar la marca de 200 puntos. Jalen Brunson, debutante All Star de los New York Knicks, admitió: “Nunca se había hecho, y era nuestro objetivo… hemos visto cómo estábamos jugando y hemos pensado, ‘venga, vamos a por los 200′”.
La falta de seriedad se discutió incluso entre los propios jugadores. LeBron James señaló que se necesita una “conversación más profunda” para abordar la naturaleza no competitiva del evento, mientras Anthony Davis destacó el desinterés generalizado, incluso entre los protagonistas.
El desencanto
Las nuevas generaciones, representadas por jugadores como Anthony Edwards de los Minnesota Timberwolves, afirman que nunca verán el All Star como algo altamente competitivo y lo ven más como un descanso divertido.
La situación se complica aún más considerando las bajas cifras de audiencia en 2023 y la incertidumbre sobre el futuro contrato con las televisiones. Aunque los jugadores reciben incentivos financieros por ganar el All Star Game, la cantidad no parece ser suficiente en una era donde los jugadores ganan sumas significativas en sus contratos.
La realidad incómoda es que el formato actual del All Star parece estar condenado, y la falta de claridad sobre una solución preocupa a los ejecutivos de la NBA. A medida que la liga negocia su futuro, encontrar una fórmula que revitalice el All Star Game se vuelve esencial.